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viernes, 3 de julio de 2015

EL GUARDIAN DEL CERRO BAUL



No se puede ubicar de donde sale ese asombroso animal. Sale bramando, dicen algunos: otros dicen que tranquilo corre por alrededor. Sale noche, entre el  límite de un día y otro día, arrastrando una larga cadena de oro. Es un toro extraño, cuenta. Es negro chillo, dicen otros. Los más afirman que es dorado, oro puro, como si el sol estuviera correteando por el cerro al filo de la medianoche. Nadie dice que es verde o Azul, pero podría ser. Aparece y desaparece. Muchos hablan que lo han llegado a ver, pero no es creíble; porque el día que alguien lo vea se a encantar, quedara convertido en piedras que hay en ese lugar sean de cristianos que lo vieron retozando con su cadena de oro.
Antes de que el guardián sea un toro, era una enorme serpiente, la que agitaba su tremenda cola golpeando los hielos y las aguas de los ríos y lagunas para que desciendan de las alturas de los valles. Eran una criatura propia de las tierras libres, Vivian oculta de las miradas de los hombres. Habitada compartiendo de los misioneros de la entraña nocturna y salía cuando era necesario para que las aguas llegan a las tierras sedientes de la costa.
No se sabe el momento o la época cuando el toro reemplazo al inmenso oficio enemigo de las acequias.
Ahora el cerro baúl merodea un toro con una larga cadena de oro. Así dicen .nadie lo han visto. Otros  dicen que es una cadena que sirve para aherrojar, oprimir, el espíritu rebelde del cerro baúl; que el toro es el guardián que impide que la serpiente salga a la superficie para que el agua baje a los valles a fructificar las tierras. Muchas cosas e historias se cuentan. El hecho real es que aquí me encuentro desde hace muchos años esperando que salga ese comúpeta para adorarlo  ..Para matarlo.

MARIA SOSA Y PEDRO TUNTE


Esta es la historia de una roca que se encuentra en el valle de El Algarrobal y tiene la forma de una mujer subiendo un cerro, y aunque las versiones difieren un poco como en toda leyenda, ella se centra en la maldición que sobre María Sosa y pedro Tunte lanzo la madre de la primera. María Sosa era una mujer que vivía en el valle y estaba casada con el señor Pedro Tunte. Su madre era una persona muy importante que tenía la costumbre de agasajar a las personas que la visitaban. Cierto día, una de las autoridades de Moquegua llegó a su casa y no tenía qué prepararle; así es que, fue a la casa de su hija para pedirle que le prestara una res para agasaja al ilustre visitante. María Sosa habló con su esposo y él le dijo que no porque no estaba de acuerdo con lo que su madre gastaba en aquellos recibimientos. Al ver la negativa de su hija, aguardó a que llegara la noche e ingresó al corral para sacar la res; pero en la oscuridad, no se dio cuenta de que al ir por unos matorrales, las piedras, palos y tallos pequeños, empezaron a hacerle heridas profundas en el cuerpo, causándole la muerte. Según la leyenda, el entierro de María Sosa fue muy dolido y vinieron personas desde Moquegua y desde las quebradas del norte y en él no se comentaba otra cosa que la negativa de la mala hija de no querer regalarle un animalito a su  madre. Con los días vendrían nuevos acontecimientos: María Sosa desapareció en el valle y la encontraron convertida en piedra en el camino que la llevaba hacia el corral de sus animales. Lo más curioso es que sus animalitos también estaban convertidos en piedra lo que despertó la fantasía de los vecinos que empezaron a hablar de la maldición que les había caído y culpaban de todo ello a Pedro Tunte quien una mañana apareció convertido en un cerro en medio del valle. Hoy se puede ver a María Sosa como una piedra en forma de cholita con su peque en la espalda subiendo un cerro justo bajo un recuadro en cuyo centro se pueden notar varias piedras y, dentro de la hacienda Chiribaya, el cerro que los lugareños conocen como Tunte.

Tres Hermanas





Cuenta la leyenda que en una época de nuestra historia, un gobernante del valle tenía tres hermosas hijas a las cuales protegía como lo más valioso que tenía, disponiendo para ellas un contingente de cuidadoras que debían pagar con su vida si algo les pasaba. En uno de sus frecuentes paseos llegaron hasta el mar en donde a lo lejos divisaron unas raras embarcaciones que nunca habían visto y de las cuales, luego de acercarse hacia la costa, descendiendo en un bote pequeño, unos hombres de barbas largas y con cuerpos que brillaban con el sol. Mientras todos retrocedían ante estas personas, la curiosidad de las niñas las empujo a acercarse lo más posible al borde de aquella playa, desobedeciendo los llamados del anciano que siempre las acompañaba. Uno de ellos, aparentemente un intérprete, las invitó a subir pero conforme avanzaban empezaron a convertirse en grandes peñascos de acuerdo al tamaño de cada una de ellas. El anciano al tratar de protegerlas inició un ritual que las transformó en rocas confundiéndose con el resto del roquerío y formando una pequeña poza natural entre ellas. Por mucho tiempo y luego de castigar a quienes no pudieron proteger a las hermanas, se dice que desde el valle salían constantes romerías con el padre a la cabeza, invocando a los dioses le devuelva a sus hijas, ruego que los dioses nunca escucharon. Hoy es fácil ver los tres peñascos que dan nombre a la playa y se puede visitar la poza que es una pequeña piscina natural.

La Horma

Resultado de imagen para la horma de moqueguaAl norte de la ciudad de Ilo, hay un manantial copioso que desemboca en la playa El Platanal, llamada así porque en su lecho se levantan palmeras a la cual debe su nombre, además de higueras y otras plantas.
Aquí habitaba un pequeño pero aguerrido pueblo perteneciente a la cultura chinchorro. Su vida cotidiana se desarrollaba entre la paz de sus quehaceres domésticos, los hombres se dedicaban a la pesca, al cultivo y a la orfebrería, y las mujeres al tejido y cerámica.
Cuando Wiracocha vino a Ilo a sumar territorios para incorporarlos a su Imperio, tuvo conocimiento de las ricas minas de oro que existían al  norte enviando un pequeño grupo de guerreros. Debido a la dificultad de acceso a la quebrada El Platanal, no pudieron doblegar a los dueños de casa.
Irritado, el Apu Wiracocha, cuenta la leyenda, voló hacia el lugar y aterrizo cerca al manantial dejando estupefactos a los del chinchorro y sometiéndolos de este modo.
Testigo de esto, es que hoy en día se puede apreciar en una roca la horma del pie que el inca Wiracocha dejo al llegar.


La Dama Encantada


Cuenta la leyenda que cierta vez en el valle Chiribaya de la provincia de Ilo se 
Al darse cuenta de dicho olor, el explorador decidió abrir el chombo. Al destaparlo, no pudo soportar la fetidez, perdiendo la conciencia por algunos segundos.
Al despertar, se topo con una bellísima dama, ella había salido del chombo.
Al cruzar miradas la dama le dirigió la palabra para pedirle que no dijera nada sobre su existencia y a cambio de su silencio le concedería cualquier deseo.
y despues del deseo que le consideraria . lo mataria a cambio de su alma.

San Gerónimo

Se cuenta  que hubo un tiempo en que el río se secó   al extremo que las desgracia y miseria no podían ser castigo de Dios: los animales morían, las hembras perdían sus crías, las plantas morían, los árboles se secaban. No había remedio para esto y algunas personas comenzaron a irse a otros valles con mejor suerte.
Un día llegó al valle un hombre que, según contó, venía caminando valle abajo y visitaba todos los lugares. Llamó la atención la túnica que usaba y su firma de hablar, tan dulce y firme. Desde que llegó hablaba de Dios y de lo importante que era arrepentirse de los pecados para no traer la ira divina. Peor de lo que se dio cuenta la gente del valle era que con su llegada empezó a llegar el agua y con ella la vida. Las atenciones hicieron que este personaje quedase en el valle más tiempo del que tenía programado. En ese tiempo, los animales engordaron, el río creció, las plantas empezaron a tomar fuerza y las hembras preñaban y parían.
Pero este personaje debía continuar su recorrido hacia el norte. No escuchaba los ruegos de la gente que se reunía en tu entorno. No le inmutaron ni las lágrimas de las mujeres agradecidas ni la risa de los niños que jugaban a su alrededor, pues su partida era inevitable. Dicen los viejos que mientras subía el cerro cayendo ya la tarde, las gentes en silencio rogaban a todas las fuerzas para que el personaje no se vaya. Pero la oscuridad que avanzaba muy rápido, como nunca, impidió seguir viendo al visitante perderse en las alturas.
Al día siguiente la gente se levantó con congoja y sólo atinaron a recorrer con la vista el sendero del visitante y cuál no sería su sorpresa al ver al mismo pero convertido empiedra: los ruegos de la gente había logrado detener su partida y había logrado hacer que se queda en medio del valle, para bendecir su prosperidad. La gente empezó entonces a llamarlo San Jerónimo, patrono del valle de Ilo.
Dicen que los valles del norte nunca recibieron su visita, por eso terminaron secándose y sus gentes tuvieron que salir de ellos para no morir de hambre y sed.
Frente al Parque Ecológico de El Algarrobal, en medio de un angosto camino se puede ver a un personaje de espaldas, con su capa a medio vuelo y la pierna flexionada en además de subir el cerro, recorrido que nunca culminó.

martes, 30 de junio de 2015

El vengador espíritu pirata

Resultado de imagen para el vengador pirata imagenesSe cuenta  entre los pescadores con más experiencia del varadero artesanal de Ilo, que Puerto Inglés ,  una playa ubicada al sur de la ciudad, fue como un  desembarcadero los piratas.

Los piratas desembarcaban los tesoros que hurtaban de los navíos de la corona española en una fortaleza peñosa hecha por la propia naturaleza, la cual esta en el cerro de peñas que se encuentra ubicado frente a la playa.
Como era habitual, después de haber atacado un navío real, la tripulación pirata quedaba asombrada con tanta riqueza , todos los objetos eran de oro y decorados con rubíes.

Al día siguiente de cada robo, el capitán de la embarcación declaraba los tesoros y a la vez los demás daban fe de protegerlo de cualquier amenaza inclusive sacrificando sus vidas.

En una noche Gulibert uno de los piratas, presionado por la codicia de la mujer que amaba, sustrajo un cofre. Al ser descubierto por sus camaradas, huyó despavorido rumbo al cerro de peñas con la meta de esconderlo, y así lo realizo.

No paso mucho tiempo y Gulibert fue detenido por el capitán, que ordenó castigarlo por su traición, lo cual era castigado con  muerte, y así lo hicieron. Degollaron a Gulibert y condenaron su espíritu a la protección infinita de los tesoros.

Transcurridos los años, nadie se atrevía a buscar el baúl. Gulibert recorre las inmediaciones del cerro de peñas, decapitado, debido al castigo que le dieron.

Se dice que su espíritu seguirá penando hasta reunir la cantidad de vidas que tenía la tripulación pirata a la que pertenecía. También dicen que aquel que encuentre o trate de encontrar el baúl del tesoro será maldecido como Gulibert.

viernes, 26 de junio de 2015

¨La Poza de las Sirenas¨


Narra la leyenda que había sucedido en esa época , Ilo era una caleta, un caserío se puede decir, porque era un grupo muy pequeño; las casas estaban diseminadas, casi aisladas en ciertos sitios del puerto. Así que esa gente, en esa época, solamente se conocía la manera más rústica de cocinar que era a leña… Entonces la materia prima era la leña y había gente que vivía de ese trabajo. Y se trata cabalmente de uno de estos señores que en una época en que se fue al valle a traer su materia prima para las cocinas, se entretuvo en el valle comiendo fruta, porque era temporada de frutas y, cuando acordó, ya el tiempo se le había vencido. Comenzó a recolectar la leña, formó su atado y se lo puso a la espalda y este señor comenzó a caminar por rutina por el mismo sitio que era el camino del puerto al valle, por la orilla del mar hasta la Boca del Río. Así que cuando estaba pasando por un trecho muy pegado al mar, siente una voz de una mujer que estaba tarareando, una voz muy bonita. Pero el agarró y pensó: “!Caray! esta mujer a dónde viene a cantar en este desierto” Pero después se quedó parado y sorprendido porque recapacitó y resulta que él se orienta bien y ve que la voz salía del mar. “¿Cómo –dijo- una mujer bañándose a estas horas de la noche?” Y esa era una noche oscura, no había luna. Así que a las justas, dejo tirado la leña en el suelo, se sentó sobre el atado y se puso a escudriñar el mar.                                             

Y en el mar había un mochito y allí se veía un bulto que se movía, pero él decía que era un lobo; pero sentía que desde allí salí una voz que era de una mujer que gritaba, que cantaba, que entonaba algo. Pero de repente vio con sorpresa que siente un chapuzón y ve en la espuma blanca que con velocidad salía en su dirección, una raya blanca que se dirigía hacia él. Cuando de repente ve que sale del agua una mujer. El no se dio cuenta de la cola ni nada y recién supo más tarde que era una sirena. El problema era de comunicarse hasta que se comunicaron con mímica y al fin se comprendieron. Entonces ella le decía “¿Qué haces acá?” Y él le señalaba la leña y así.
Luego de una larga conversación, resulta que se despiden pero la sirena le dice que ponga las manos juntas que le iba a dar algo. Entonces mete la sirena debajo del agua las manos y comienza a llenarle las manos con lo que del fondo sacaba y el se lo mete al bolsillo. Luego se despiden y recién cuando se da la vuelta, se da cuenta el leñador recién que la mujer tenia una cola de pescado. Cuando la sirena desapareció, él se sentó un rato sobre la leña, pensativo y se dijo “Esto no lo puedo contar en el puerto, porque si lo cuenta me van a decir que estoy loco, que estoy chiflado; nadie me va a creer porque no hay otra persona que lo haya visto”. Entonces se quedó calladito.
Llegó al puerto y comenzó a repartir la leña; cada persona necesitaba dos palitos para cocinar. Termina su venta y entonces se queda pensativo y va y se acerca a un bar; en ese tiempo los bares solo vendían vino. Cuando terminó, metió la mano al bolsillo, saca la plata para pagar y empezó a examinar unas cosas raras como una bolitas de fierro, pero brillante, medio blanquizcas. Como los del costado conocían de esto, dijeron “!Perlas!” El leñador metió la mano al bolsillo, pagó y se fue asustado pensado en las perlas.


Pero dicen que “en pueblo chico infierno grande”; voló la noticia y todo el mundo se enteró, hasta las autoridades de esa época. Ellas se reunieron y se informaron de quién tenía las perlas, que era un pobre diablo que vivía de la leña, que cómo puede tener perlas, que de dónde las habrá sacado, que seguro las habrá robado… y especularon muchas cosas, incluso que había encontrado un banco de perlas. “!Vamos a ser ricos¡” dijeron entonces y decidieron chapar al leñador. Luego de hacerlo le quitaron las perlas y le dijeron que confiese de donde las había sacado. El se mantuvo en silencio porque tenía miedo de decir la verdad, hasta que decidió contarlo todo pero a condición de que le crean: “Me las dio una sirena” les dijo. No bien dijo esto lo castigaron. Le echaron agua, lo colgaron y le pegaron, lo que le mortificó mucho; pero como insistía en su versión, uno de sus captores propuso que hiciera lo mismo para demostrar que decía la verdad. Así que lo enviaron al mismo sitio custodiado por soldados sin mayor fortuna por espacio de quince o veinte veces, recibiendo castigos por mentiroso. Uno de ellos le dijo “¿Por qué no te concentras y así puedas transmitirle a la sirena para que venga?” Así que el leñador se concentraba y llamaba a la sirena, hasta que en una noche sin luna salió nuevamente hacia el lugar seguido de cerca por sus captores. Se puso frente al mar y de repente, igual que en la primera vez, escuchó el canto de la sirena y su figura sobre la roca en medio del mar. “!¿La sienten?! ¡¿La sienten?!” empezó a gritar. Tiro la leña al suelo y la llamaba a gritos “!Ven sirena! ¡Ven sirena!” Sintió el chapuzón, vio la espuma del mar y la raya blanca que se le acercaba.  

Al preguntarle qué pasaba, el leñador le comentó que desde el día que la había visto, en vez de ser una alegría había sido una desgracia porque había sufrido mucho y le contó lo sucedido. Entonces el leñador se agarró las puntas de la camisa formando una bolsa y le dijo “Dame perlas, dame perlas” La sirena le entendió el mensaje y le lleno la camisa con lo que pedía; luego de lo cual llamó a las autoridades para que vean lo que tenía. Al llegar al sitio algunos lograron ver algo de la sirena y al dar su chapuzón pudieron verla por completo perdiéndose en el mar. la gente curiosa fue a ver lo que le había entregado al leñador y éste soltó su camisa y las perlas se fueron al suelo, luego de lo cual todos se arrodillaron para poder agarrar algo de ella, mientras el leñador desapareció por completo del lugar en el momento de la confusión.



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