Al norte de la ciudad de Ilo, hay un manantial copioso que desemboca en
la playa El Platanal, llamada así porque en su lecho se levantan palmeras a la
cual debe su nombre, además de higueras y otras plantas.
Aquí habitaba un pequeño pero aguerrido pueblo perteneciente a la
cultura chinchorro. Su vida cotidiana se desarrollaba entre la paz de sus
quehaceres domésticos, los hombres se dedicaban a la pesca, al cultivo y a la
orfebrería, y las mujeres al tejido y cerámica.
Cuando Wiracocha vino a Ilo a sumar territorios para incorporarlos a su Imperio,
tuvo conocimiento de las ricas minas de oro que existían al norte enviando un pequeño grupo de guerreros. Debido
a la dificultad de acceso a la quebrada El Platanal, no pudieron doblegar a los
dueños de casa.
Irritado, el Apu Wiracocha, cuenta la leyenda, voló hacia el lugar y
aterrizo cerca al manantial dejando estupefactos a los del chinchorro y
sometiéndolos de este modo.
Testigo de esto, es que hoy en día se puede apreciar en una roca la
horma del pie que el inca Wiracocha dejo al llegar.
0 comentarios:
Publicar un comentario